viernes, 29 de enero de 2010

Sudestano aburrido en el Casino.

Mientras los ingenieros especializados en adaptación ambiental (o algo así como lo llaman) miraban los planos desde todos los puntos de vista, el Casino Royal Enchanted Resort esperaba ser edificado. Partuvzko impaciente como siempre, caminaba en todos los sentidos y descansaba en el cocú. Nero iba detrás de él tratando de convencerlo de ir a la base del salto para refrescar las ideas un rato. Tras un momento de lidiar con los agentes de relaciones públicas, que a su vez discutían con los diseñadores gráficos por la propaganda y la estética del Casino, Partuvzko tiro todo a la mierda y puso la malla para ir a dormir una siesta en la piedra que yo había encontrado. Como por mi parte, no tenía muchas ganas de mandarme hasta abajo para subir tratando de que mi pulmón no se escape de mí al ver escaleras, me quedé con Floripegno.

Mala decisión la mía, ya que el buen señor estaba en la carpa con el celular a lo que daba, meta escuchar Tool (buena banda). Estuve unos quince minutos hasta que no aguanté más, le pegué un tape, le rajé una puteada y me fui, por colgado. Entonces me acerqué a la baranda del mirador, donde Jeffrey, el sabio del Casino, tocaba la quena con dedicación, haciendo al paisaje más himalayo. Charlamos un rato y desde esa ubicación, se podía ver a los hippies de Nero y Partuvzko tocando la viola y tirándose de las piedras a la parte más profunda de la piscina natural.

Rápidamente me aburrió esa imagen de dos mini-personas hippies, entonces fui a putear a los ingenieros que ahora peleaban con los arquitectos. “Mierda” pensé: esta mierda da para rato… Que día de mierda más aburrido que la mierda. Una chica levitando me llamó la atención y me pinté de colores.

Moraleja: Misiones es parte del Acuífero Guaraní, porque Jeffrey nos instruyó en el tema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario